Hace unas pocas semanas comenzó la campaña de pesca del bonito del norte, y como cada año, nuestros pescadores se prepararon para llevar a cabo las capturas de esta especie tan deseada. 

Existen diferentes métodos de pesca, pero nos vamos a centrar en dos de ellos, ya que son los métodos más tradicionales y a su vez más sostenibles y respetuosos con el ecosistema marino. Estos son el método del curricán, y el método de cebo vivo. Los dos métodos utilizan la fuerza de los propios pescadores y permiten capturas de uno en uno, permitiendo ser selectivos y de esta manera solamente pescar ejemplares de bonito del norte. 

Método del curricán

El primero de los métodos de pesca del bonito, el del uso de curricán o cacea, se realiza con el barco en movimiento. Se disponen las cañas a los laterales de los barcos con cebos artificiales que simulan las presas naturales del bonito (como anchoas, pequeños pulpos o similares) y que portan anzuelos. Los bonitos siguen la estela del barco que hace que los mencionados cebos parezcan vivos y cuando los muerden son izados a mano (a veces ayudados por garfios) al barco por los pescadores. Una vez en el barco, los ejemplares son sacrificados mediante un certero golpe para evitar el sufrimiento. Acto seguido son almacenados en cajas y recubiertos de hielo para preservarlos correctamente hasta el regreso a puerto.

Método del cebo vivo

Este método de pesca del bonito del norte, de los más utilizados sobre todo por pescadores de Cantabria y el País Vasco, es un método tradicional que apenas ha variado desde sus inicios. Es un método que requiere de más tripulantes a bordo del barco, pero a su vez permite capturas mayores. En este caso, a diferencia del método anterior, se utiliza, tal y como su nombre indica, cebo vivo, así que es necesario mantener a bordo un vivero con pequeñas presas que se usarán en los anzuelos. 

Otra diferencia es que el barco no está en movimiento, en este caso, tras localizar un banco de bonitos el barco pesquero se sitúa sobre él, y comienza a lanzar al mar parte del cebo vivo suelto junto con una combinación de chorros de agua que cumplen una doble función; por un lado simula una gran actividad en la superficie del mar, como si hubiera una gran cantidad de anchoas nadando y saltando, cosa que atrae a los bonitos, y por otro lado, todo ese movimiento ayuda a camuflar al propio barco pesquero. 

Cuando los bonitos suben a la superficie a alimentarse es cuando los pescadores lanzan las cañas al agua con más cebo vivo en los anzuelos y realizan las capturas uno a uno, ayudados en algunos casos por un segundo pescador que porta un gancho con el que alzar los ejemplares más pesados.

Una vez subido a bordo, otro pescador se encarga de sacrificar los bonitos de manera certera para que sufran lo menos posible, y al igual que en el caso anterior, son almacenados en la bodega del barco entre capas de hielo para asegurarse de que llegan en perfectas condiciones a puerto.

Existen otro métodos de pesca pero desde Nardín, en nuestro compromiso con el medio ambiente, solamente compramos los ejemplares que podemos procesar el mismo día de su compra y que hayan sido pescados con los métodos descritos por su respeto hacia los ecosistemas marinos. Aunque el hecho de utilizar solo ejemplares capturados durante la campaña de verano, y utilizando artes y técnicas tradicionales pueda ser limitador, en Nardín creemos que es la mejor manera de hacer las cosas, ya que para nosotros prima la calidad antes que la cantidad.

Como decimos, obtenemos los mejores ejemplares que llegan al puerto, y con ellos os ofrecemos una amplia gama de productos, tanto de bonito del norte (en lomos, troncos y trozos) como en ventresca (de la que otro día os hablaremos más en profundidad) para que se puedan adaptar a diferentes clientes y necesidades.

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