Como decimos, tener hambre es algo completamente normal y parte del funcionamiento de nuestro organismo. Cuando el cuerpo ha consumido todos los nutrientes que le hemos proporcionado, manda ciertas señales que son las que causan dicha sensación, para indicarnos que debemos comer. Pero si padecemos esa sensación constantemente es probable que nos ocurra algo o que estemos haciendo que lo provoque. Hoy os hablamos de algunas posibles causas.

Antes de nada, queremos dejar claro que esto no son más que unas pequeñas claves a nivel divulgativo y que ante cualquier problema con la salud o alimentación lo ideal es consultarlo con un profesional antes de llevar a cabo acciones que puedan dañar vuestra salud.

Comer demasiado poco

Aunque pueda parecer una razón demasiado obvia, puede ser que simplemente estemos comiendo de manera insuficiente, sea por que consumamos pocas cantidades o porque debido a un esfuerzo que estemos realizando necesitemos ingerir más nutrientes de lo que podamos estar acostumbrados aunque realicemos todas las “comidas necesarias” a lo largo del día. 

Saltarse comidas

Sea porque lo hagamos queriendo o porque el ritmo de vida nos “obligue” a saltarnos desayunos o alguna que otra comida a veces incluso sin darnos cuenta. Este hecho puede hacer que de repente nos encontremos con que tenemos un hambre terrible y las tripas nos rugen. Ante estas situaciones solo queda intentar planificar las comidas adecuadamente y si hace falta ponernos recordatorios.

Comer de manera inadecuada

Así como comer poco puede hacer que tengamos más hambre del habitual, comer mal también puede causar que tengamos hambre de manera constante. Una alimentación inadecuada en la que abunden carbohidratos simples y haya carencias de fibra y proteínas puede hacer que no recibamos los nutrientes suficientes y no nos lleguemos a llenar.

Comer demasiado deprisa

Hay personas que comen a mucha velocidad, ya sea porque siempre lo han hecho así o porque tengan mucha prisa y quieran quitarse la comida como si fuera un trámite. Esto solo consigue que nos llenemos rápidamente, a veces incluso comiendo más de la cuenta y nos cause el efecto de “llenazo”, que al tiempo se puede volver a convertir en hambre. Lo ideal es comer a un ritmo normal, ni demasiado rápido ni demasiado lento. El organismo necesita entre 20 y 30 minutos para darse cuenta de que nuestro estómago está lleno o no.

Tener sed

Aunque pueda sonarnos tonto, muchas veces se confunde el hambre con la sed, y la razón a nivel científico tiene todo el sentido. La misma parte del cerebro que regula la sensación de hambre, regula también la sensación de sed, así que en momentos que tengamos mucha sed es probable que por confusión pensemos que tenemos hambre cuando en realidad lo que necesitemos sea hidratarnos adecuadamente.

Dormir poco

Lo hemos mencionado en múltiples ocasiones, pero un buen descanso ayuda a nuestro organismo, y por contra, descansar mal puede traernos consecuencias que afecten a nuestro cuerpo. Cuando dormimos y descansamos poco, pueden hacer que las hormonas que controlan la sensación de hambre y las que estimulan el apetito se alteren y veamos así alterada igualmente nuestra sensación de hambre.

El aburrimiento

Finalmente algo que es probable que pase a mucha gente, comer por aburrimiento. Puede que estemos sin hacer nada, aburridos y tengamos esa sensación rara en el estómago. En ese caso solo podemos hacernos una pregunta: ¿nos comemos una fruta o algún alimento sano? Si no nos termina de convencer, probablemente lo que tengamos no sea hambre si no que busquemos algo para hacer. En casos así, lo ideal es que dejemos de hacer lo que hacíamos y nos pongamos con algo que nos entretenga de verdad.

Esperamos que estas posibles razones os ayuden y la próxima vez que tengáis la sensación de hambre constante os acordéis de ellas y podáis ponerle solución.

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