Como decimos, el ser humano lleva utilizando la miel desde hace miles de años, tanto como alimento como incluso remedio para algunos males y por alguna de sus propiedades medicinales. De hecho llega a considerársela uno de los denominados “superalimentos”, pero, ¿es verdad todo lo que cuentan sobre ella? Comencemos por saber algo más acerca de la miel.

La miel es un fluido de textura viscosa y sabor dulce producido por las abejas a partir de las flores de las que obtienen tanto el néctar como otras secreciones de las mismas. Estos insectos usan estas sustancias que recolectan y tras procesarlas aplicando fluidos que producen ellas mismas, la almacenan en colmenas para que madure. Esto les sirve como alimento tanto para sus crías como para alimentarse durante el invierno donde no pueden obtener comida cada día. 

Generalmente la miel se clasifica en dos tipos, la llamada miel de rocío y la miel de flores. Mientras que la primera es la que las abejas elaboran a partir de las sustancias que recogen de árboles como los abetos, la segunda procede obviamente de las sustancias que recogen de las flores cerca de las colmenas, como pueden ser el romero, el brezo o el tilo.

De cara a la composición de la miel, si bien sus valores nutritivos pueden variar según la zona, la flora de dichos lugares e incluso el clima, destaca su contenido en fructosa, hidratos de carbono, múltiples enzimas, ácidos orgánicos, pigmentos, ceras y constituye un buen aporte de zinc. 

Entre las propiedades o beneficios que se le atribuyen, ciñéndonos a los hechos en base a su composición, contiene propiedades bactericidas y antisépticas de manera natural, así que pueden ayudar a curar heridas e infecciones leves, además contiene sustancias antioxidantes y gracias a los azúcares simples que contiene, es un aporte energético  ideal para momentos en los que se necesite un aporte de energía inmediata.

además de estas propiedades, se le suelen atribuir otras, que quizá más tengan que ver con la cultura popular o la tradición, que suelen atribuirle propiedades para curar resfriados, tos y dolores de garganta, y si bien es cierto que en episodios como los descritos, tomar líquidos, normalmente calientes alivian la sintomatología, y puede que la miel aporte una ayuda extra, hay diversidad de opiniones al respecto.

Finalmente, una de las preguntas más habituales en torno a la miel, es si es un buen sustituto del azúcar. En este caso, si bien en el fondo la miel contiene el mismo tipo de azúcar que podemos encontrar en un azúcar de uso común, sí que presenta la ventaja de que con menos cantidad consigue un dulzor mayor, así que sí que podría considerarse algo mejor, pero teniendo en cuenta siempre que se trata de azucar y, tal y como recomienda la OMS, su consumo debe ser siempre moderado.

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