La sal común, llamada también sal de mesa y conocida comúnmente simplemente como sal es un compuesto químico (cloruro sódico) que puede obtenerse de diferentes lugares, sal que se obtiene de fuentes de agua (tanto del mar como de manantiales) por evaporación, la sal que se obtiene de minerales, y por último la sal vegetal que se obtiene por concentración al hervir distintas plantas.

La sal tiene dos usos principales, ambos muy extendidos, por un lado se utiliza en cocina como condimento, ya que al ser uno de los sabores básicos, realza el sabor de los alimentos, y por otro lado es usada como conservante natural y aún hoy en día es un método utilizado por ejemplo para conservar carnes y pescados.

En este artículo nos centraremos en su uso como condimento. Se cree que la sal puede ser uno de los aditivos más antiguos y usados en alimentación, es utilizado por muchísimas culturas a lo largo del mundo. Además del aporte de sal como aditivo, muchos alimentos contienen de manera natural una cantidad de sal, es por ello que tenemos que controlar la cantidad de sal que usamos al cocinar.

La cantidad recomendada de ingesta de sal al día oscila entre 5 y 6 gramos para una persona adulta, pero esto no significa que podemos añadir esa cantidad a nuestras elaboraciones, ya que como decimos, muchos alimentos ya llevan sal incorporada. Algunos alimentos que ya llevan sal incorporada son por ejemplo el pan, las conservas, quesos y fiambres y los encurtidos. Además muchos alimentos ya preparados e industriales suelen llevar una cantidad de sal que indican en su etiquetado. Cómo llevar la cuenta puede hacerse complicado, lo más recomendado es añadir cantidades moderadas de sal a todo lo que cocinemos, el mínimo necesario pero sin llegar a retirarla del todo, a no ser claro que así nos lo haya recomendado un médico. Como alternativa a la sal para dar ese extra de sabor a los alimentos podemos utilizar otras especias que realcen el sabor, un poco de limón, aceites y vinagres, o algunas elaboraciones como rehogados y sofritos.

Un consumo excesivo de sal, si es llevado a cabo de manera continuada puede resultar peligroso, ya que reduce la esperanza de vida y el bienestar tanto físico como mental. Los principales efectos sobre la salud del exceso de sal son la hipertensión y otras enfermedades relacionadas con el corazón, todas ellas muy graves. Pero los efectos negativos pueden afectar a nuestra salud a muchos niveles, desde la retención de líquidos que hará que ganemos peso y volumen hasta una acidificación del metabolismo que puede llegar llegar a causar enfermedades óseas.

Lo habitualmente recomendado (salvo, como decimos prescripción médica) no es, por supuesto retirar la sal de nuestra alimentación, ya que nuestro cuerpo necesita el sodio y el cloruro que la componen, sino llevar una dieta equilibrada y hacer uso de la sal natural de los alimentos, intentando moderar la sal que añadimos a nuestras elaboraciones o la que consumimos mediante alimentos procesados. Puede que al principio nos resulte extraño, pero si lo hacemos poco a poco, nuestro paladar se habituará a un consumo menor de sal, y a la larga será nuestra salud la que lo agradezca.

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